tag:blogger.com,1999:blog-38876059892865894122024-02-21T08:01:24.936-06:00Leyendas de DurangoUn blog donde se publican las diversas leyendas de DurangoAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/15440990852285944746noreply@blogger.comBlogger3125tag:blogger.com,1999:blog-3887605989286589412.post-74706994688898130892012-08-05T00:44:00.001-05:002012-08-11T22:29:05.058-05:00La llorona<h2 style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-large;">La llorona</span></h2>
<h3 style="text-align: center;">
Leyenda</h3>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-mhEW9OKGSSgxvtk5s30c8ZDA5Lx2BZ7OzcOwF_RU2uGvSxytN7j4l-0smLI0r6vsFweA3gId61yzid-OwWR20XM-DC1rvtJWSL6KVbL3EggwEdh8J51ZGJdiZv4rTkTkXZ8Ch4SePxE/s1600/La+llorona.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-mhEW9OKGSSgxvtk5s30c8ZDA5Lx2BZ7OzcOwF_RU2uGvSxytN7j4l-0smLI0r6vsFweA3gId61yzid-OwWR20XM-DC1rvtJWSL6KVbL3EggwEdh8J51ZGJdiZv4rTkTkXZ8Ch4SePxE/s320/La+llorona.jpg" width="224" /></a></div>
<br />
En los primeros años del siglo XVII existió en la ciudad de Durango una hermosa mujer de nombre doña Susana de Leyva y Borja cuya extraordinaria belleza tenía deslumbrados a todos los jóvenes de la ciudad que la cortejaban insistentemente y deseaban correspondencia a su amor.<br />
<br />
La dama, que pisaba los veinte abriles, era consciente de su singular hermosura y con desdén poco usado descorazonaba a sus admiraodres.<br />
<br />
Por esos años llegó a estos lugares proveniente de la capital de la Nueva España, don Gilberto Hernández y Rubio de Martínez y Nevárez, joven apuesto y elegante, de rancio abolento y noble linaje, caballero de la Orden de Santiago, quien cabalgando un corcel negro de pura sangre, se encontró con dona Susana Precisamente en la Plaza Mayor frente a la catedral, lo que ahora es la Plaza de Armas. Al contemplar el caballo, extendió su capa sobre el piso para que pisara sobre ella la mujer del relato.<br />
<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
El hecho y los decires del noble origen de don Gilberto, impresionaron a la dama que correspondió con femenil sonrisa a la gallarda acción del joven pretendiente.<br />
<br />
El noviazgo se formalizó y al advertirlo don Pedro de Leyva y Quirino padre de la muchacha, la reprendió severamente prohibiéndole terminantemente toda pretensión de matrimonio con hombre español de sangre pura. Aunque la reprendida exigió las razones de tal prohibición, don Pedro se concretó a contestar:<br />
<br />
--No tengo por qué darte explicaciones ni se las daré a nadie, simplemente es una orden que debes cumplir.<br />
<br />
Doña Susana se encontraba perdidamente enamorada de don Gilberto, razón por la que optó por huir en brazos de su amado una noche oscura y lluviosa.<br />
<br />
En las afueras de la ciudad el enamorado improbisó una casa de campo, situada más o menos en lo que ahora es crucero de las calles Negrete y Regato aproximadamente, donde estableció el nido de amor de él con la encantadora dama.<br />
<br />
El tiempo pasó y pronto la pareja en amasiato procrearon tres hijos que eran el encanto de la madre, quien frecuentemente le pedía al varón, legalizar la unión marital para poder dar nombre sin afrenta a la trinidad de vástagos. Don Gilberto como única respuesta, solamente le daba un beso a la amada y le ponía en sus manos algunas monedas de oro.<br />
<br />
Un domingo, cuando la mujer asistía a misa al templo mayor de la ciudad, después del evangelio escuchó correr las amonestaciones, donde el cura con voz serena anuncio:<br />
<br />
Tercer amonestación:<br />
<br />
La noble señorita doña Marcela Jiménez de Alanís y Ballesteros se propone contraer matrimonio con don Gilberto Hernández y Rubio de Martínez y Nevárez, Caballero de la Orden de Santiago y Oidor del santo Oficio... etc...<br />
<br />
Doña Susana no creía lo que escuchaba, al mismo tiempo que todas las miradas de la concurrencia se concentraron en su persona y los cuchicheos en coro la señalaban burlonamente.<br />
<br />
Al salir del templo, tomó un coche y ordenó al cochero conducirla a casa de don Gilberto, situada en ese tiempo más o menos en lo que ahora es la calle de Hidalgo entre entre Pino Suárez y Cinco de Febrero.<br />
<br />
No le reclamó la traición, solamente le pidió que no la abandonara a ella por sus hijos, que siquiera sosteniendo a quienes eran sangre de su sangre.<br />
<br />
El hombre iracundo le dice:<br />
<br />
--No vuelvas a cruzarte en mi camino, eres indigna de mi linaje... tú eres una mestiza... hija de una india indeseable.<br />
<br />
--Tu padre hizo mal en darte el nombre que no mereces.<br />
<br />
Le dio un golpe con la pesada bota, cuando la mujer postrada de rodillas lo abrazaba de las piernas implorandole su protección.<br />
<br />
La mujer rodó por el suelo, humillada y herida en lo más profundo de la dignidad humana.<br />
<br />
Dos domingos después, cuando los esponsales se realizaban con toda elegancia y solemnidad, en el preciso momento en que el sacerdote pedía a los contrayentes que manifestaron su voluntad para la unión; una dama elegante, se acercó discretamente a la pareja y simulando que pretendía colocar el lazo de mancuerna, sepultó en repetidas ocasiones un afilado puñal sobre el pecho y espalda del novio, que cayó pesadamente sobre el suelo bañado en sangre.<br />
<br />
La mujer se escurrió entre la multitud confundida, salió del templo y enloquecida corrió por la calle hasta llegar a su casa. tanto por el rencor del despecho, como porque sabía lo que le esperaba ante el tribunal del Santo Oficio, doña Susana llegó a su casa, se cargó con sus tres hijos y antes de ser aprehendida por el alguacil y su gente, corrió rumbo al poniente tratando de ocultarse de la justicia.<br />
<br />
No avanzó mucho, cuando llegó al arroyo entonces caudaloso, lo que ahora es la Acequia Grande, los perseguidores casi le dan alcance y en supremo intento de protesta contra las absurdas costumbres de la sociedad de la época, la mujer enloquecida degolló a sus hijos, los arrojó al arroyo y sepultándose la daga en el corazón puso fin a la quintuple tragedia.<br />
<br />
La ciudad entera, enmudeció por lo ocurrido y al anochecer de esa tarde de mayo en plenilunio, escuchó asombrada el aterrador ¡Aaaayyy! ¡Aaaayyy! ¡Aaaaayyyy! que recorrió toda la calle que ahora es Negrete Y desde ese tiempo por más de dos siglos se llamó Calle de La Llorona.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15440990852285944746noreply@blogger.com3Cap. Pedro Celestino Negrete 509, Zona Centro, 34000 Durango, DGO, México24.025632320843592 -104.6703958511352524.023819320843593 -104.67286335113525 24.02744532084359 -104.66792835113526tag:blogger.com,1999:blog-3887605989286589412.post-54135144776313928022012-07-30T21:26:00.003-05:002012-08-01T23:31:45.669-05:00El curro del puente negro<h2 style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-large;">El curro del puente negro</span></h2>
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Leyenda</h3>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj50VHkDKolKRgtrXONNBZBzj88RI-bR6FrHZhb97SQwMB5sYmdENUN-LZaOgmR78RUevMTOqQR3_8D8OvFdnFHJg68d24-Es-fnlXKi2yFDBNLCkSJcm3Na6GoYb3ex0DRDeazeHgF1U/s1600/El+curro+del+puente+negro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj50VHkDKolKRgtrXONNBZBzj88RI-bR6FrHZhb97SQwMB5sYmdENUN-LZaOgmR78RUevMTOqQR3_8D8OvFdnFHJg68d24-Es-fnlXKi2yFDBNLCkSJcm3Na6GoYb3ex0DRDeazeHgF1U/s320/El+curro+del+puente+negro.jpg" width="218" /></a></div>
<br />
A fines del siglo XIX vivió en la ciudad de Durango una familia de apellido Hernández que tenían su residencia por el barrio de tepeyac, cerca de lo que fue el mesón de san Pablo. La huerta de la casa se extendía hasta la Acequia Grande, limitando con la vía del Ferrocarril de la Sierra.<br />
<br />
La familia era numerosa y una de las hijas se llamaba concepción a la que por estimación le decían Conchita.<br />
<br />
Agustín; hijo de la ama de llaves de la casa del Sr. Hernández era más o menos de la edad de Conchita quienes se pasaron la infancia jugando junto en la huerta. Así crecieron los dos chiquillos y aunque se veían a veces como hermanos, la sirvienta, madre del pequeño siempre tuvo cuidado de infundir respeto del chico hacia la niña, haciéndole notar la diferencia social que a ambos separaba.<br />
<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Pasó la infancia y vino la adolescencia convirtiéndose la niña en señorita; alta, de cuerpo esbelto, ojos verdes, color moreno claro y pelo castaño.<br />
<br />
Por otra parte Agustín, ya con categoría de sirviente con sueldo fijo, era un joven moreno, alto, de ojos cafés y pelo negro ondulado. Su aspecto agradable y varonil, cautivaba la mirada de las muchachas de su edad.<br />
<br />
Aunque la antigua ama de llaves de la casa, machacaba con frecuencia en el muchacho el respeto que éste debía de tributar a los amos. La convivencia y la edad hicieron renacer entre Conchita Y Agustín un amor que cada día crecía y el varón no se animaba a declarar a Concepción.<br />
<br />
Una tarde de verano cuando el muchacho trabajaba afanosamente en las actividades agrícolas de la huerta, la muchacha, se acercó a él y obsequiandole una rosa roja, le dijo:<br />
<br />
-Agustín, estoy enamorada de tí.<br />
<br />
-¿tu no me amas?<br />
<br />
La declaración inesperada dejó perplejo al muchacho, que de pronto no halló qué hacer, contempla la flor y contemplaba a conchita, sin atreverse a dar respuesta alguna. Recordó las recomendaciones de su madre, la austeridad del Sr. Hernández<br />
al amo, reflexionó sobre su condición de peón en esa casa y todo lo hacia enmudecer. Por fin, las miradas tiernas de la muchacha y la pasión que por ella sentía, lo hicieron olvidar todo y contemplando a su alrededor para cerciorarse que nadie lo miraba, como única respuesta abrazó a la amada y le plantó un beso ardiente en la boca, entregándole su corazón entero. Los dos se juraron amor eterno, con la recomendación de conservar el idilio en el más estricto secreto.<br />
<br />
Todos los días se veían en diferente lugar, haciendo crecer un amor que los tenía obsesionados.<br />
<br />
Por fin, una tarde dice Agustín a su enamorada:<br />
<br />
-Nuestro amor no puede seguir así.<br />
<br />
-Tú eres rica, y o soy pobre. Ni tus padres ni mi madre aprobarán este noviazgo cuando, lo descubran.<br />
<br />
-yo me voy a encontrar la forma de hacerme rico para venir a casarme contigo.<br />
<br />
-Júrame que me esperarás y no te casarás con nadie.<br />
<br />
-Tu serás mía, solamente mía.<br />
<br />
La muchacha se quedo callada largo rato. lloraba en silencio. Buscaba solución al dilema y al advertir que no había otra alternativa contestó:<br />
<br />
-Te juro por Dios que me está escuchando que te esperaré.<br />
<br />
Los dos empaparon su rostro con sus lágrimas, se besaron desesperadamente y abrazándose muy fuerte, se despidieron.<br />
<br />
Agustín no amaneció en la casa, a nadie le dijo a dónde iba. Su madre cayó en cama por la desaparición de su hijo. El patrón aviso a la policía ofreciéndole crecida recompensa por la localización del joven. Todo fue inútil no se pudo localizar al muchacho en ninguna parte.<br />
<br />
El perdido todo lo tenía premeditado, sabia que en ese tiempo no había otra manera de hacerse rico en corto tiempo que asaltando diligencias y conductos de plata. Había oído hablar de Ignacio Parra, famoso salteador de caminos en la época y salió en su busca. Caminaba de noche y se ocultaba de día. Por fin llegó a la sierra de la silla, una de las guaridas del bandolero y después de muchos días de hacer vida salvaje alimentándose nada más de raíces y frutos silvestres se realizó el feliz encuentro. Contó a Parra su problema de principio fin y después d someterlo a duras pruebas donde probo su lealtad y propósito, causó alta en la gavilla.<br />
<br />
El amor que sentía por Conchita, razón que lo había llevado a esa vida y su deseo de casarse pronto con ella, lo hacía cometer las proesas más temeraria.<br />
<br />
Cuando se trataba de asaltar diligencias era el primero en saltar al carruaje y apoderarse de las riendas del tiro de caballos. Cuando eso sucedía que era lo mas difícil, el asalto estaba ganado.<br />
<br />
Cuando de asaltar conductas se tratataba, siempre iba adelante desafiando los balazos de quienes custodiaban el cargamento, hasta apoderarse de las mulas cargadas con barras de plata.<br />
<br />
Mientras Agustín andaba asaltando diligencias y conductas, una noche se presentó el señor Hernández en la casa acompañado de varias personas, entre las que iba un señor Curbelo y después de ofrecerles unas copas de fino coñac a los vicitantes pasaron al comedor, donde la familia en pleno esperaba para cenar.<br />
<br />
Cuando la cena fue servida por los mozos, el Sr. Hernández dirigiéndose a los comensales y en especial a Concepción dijo:<br />
<br />
-Concepción, he decidido que tú te unas en matrimonio al señor Curbelo, por eso vino él a conocerte; la boda se efectuará el próximo domingo. Así que estás avisada.<br />
<br />
Todos aplaudieron, menos la comprometida que hacia enormes esfuerzos por contener las lágrimas.<br />
<br />
La boda fue todo un acontecimiento social de la época y Conchita en contra de su voluntad, quedó unida en matrimonio rompiendo el juramento que una tarde había hecho a su verdadero enamorado.<br />
<br />
Esto sucedía en Durango, al mismo tiempo que en la región de Canatlán, Ignacio Parra caía acribillado por las balas, en un encuentro que tuvo con la Acordada.<br />
<br />
La confusión del encuentro y la muerte del jefe, la aprovecho Agustín para desertar de la gavilla y trasladarse a la ciudad, cargado de monedas de oro y barras de plata para cumplir su compromiso.<br />
<br />
Al llegar, lo primero que hizo fue adquirir una suntuosa residencia en el centro de la ciudad. La equipo con los muebles más caros que pudo conseguir y después de surtir su guarda ropa con trajes de moda, vistió elegantemente y se dispuso a localizar a Conchita.<br />
<br />
Antes de identificarse con la familia Hernández, supo que su madre había muerto y que su amada, se había casado con el señor Curbelo y seguían viviendo en la misma casa.<br />
<br />
La felicidad nunca se completa, él era un potentado; el dinero le había dado con largueza todo lo que en lo material pueda desear un hombre, pero le faltaba el amor de la mujer de su sueño, principio y fin de su lucha para romper la capilaridad social y colocarse como señor de sociedad.<br />
<br />
Fue tan grande el impacto de su decepción amorosa, que la angustia y la melancolía dominó su ser de todo a todo.<br />
<br />
Les ordenó a sus sirvientes que no lo molestaran y permanecía en su alcoba encerado todo el día. Al anochecer vestía elegantemente , siempre de negro, tomaba su bastón y su bombín y salia a deambular por la ciudad. Su paseo rutinario era la vía del ferrocarril de la sierra hasta el fuente negro. Por ese tiempo era zona de la ciudad deshabitada lo cual al principio causó rareza. Después a fuerza de verlo todas las noches, los que lo miraban se familiarizaron con su frecuencia y simplemente lo llamaron "El Curro del puente negro".<br />
<br />
Pasaron los años y los paseos nocturnos de aquel personaje que no hablaba con nadie se hicieron comunes y al mismo tiempo que misteriosos.<br />
<br />
Poco tiempo antes del estallido de la revolución, cuando el público de todo el país se asombraba con la presencia del cometa Halley, una mañana el vecindario se alarmó y la ciudad se conmovió al encontrar bajo el puente ya mencionado los cadáveres del Curro, el señor Curbelo y Concepción Hernández. Nunca se supo quién mato a quien. Mucho se especuló sobre la existencia de un triángulo amoroso, presentando como triple omicidio a Curbelo. Otros decían que el acecino y el suicida había sido el Curro.<br />
<br />
La realidad es que todo quedo en el misterio y los vecinos del lugar, aseguran ver en ocasiones, al Curro del puente negro, dando sus paseos nocturnos.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15440990852285944746noreply@blogger.com1Dolores del Río 100, Maderera, 34050 Durango, DGO, México24.036048582489865 -104.6801912784576424.035595582489865 -104.68080827845765 24.036501582489866 -104.67957427845764tag:blogger.com,1999:blog-3887605989286589412.post-57258488056680483322012-07-29T15:58:00.001-05:002012-08-01T16:39:58.598-05:00La monja de la catedral<h2 style="text-align: center;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">La monja de Luna de la catedral de Durango</span></span></h2>
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Leyenda</h3>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhshtBlYOdH6KX848q48Ov3ZggS8eb8lfjg3PZoWRdwsIsu2oYHG9p7hp-jHkYKuS-3pIjb_jr08Kghfz10bGn02DTpmYMnWCjxwHbvdslrGS5stywjR-8RSnN9zbHqRTMb6U1dmp6m8Lo/s1600/catedral.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhshtBlYOdH6KX848q48Ov3ZggS8eb8lfjg3PZoWRdwsIsu2oYHG9p7hp-jHkYKuS-3pIjb_jr08Kghfz10bGn02DTpmYMnWCjxwHbvdslrGS5stywjR-8RSnN9zbHqRTMb6U1dmp6m8Lo/s320/catedral.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
Se cuenta que existió en la ciudad de Durango una familia cuyo nombre se ha perdido en el tiempo, eran originarios de topia, población minera que se encuentra enclavada en el corazón de la sierra de Durango. El se había dedicado a la minería, ella prototipo de la mujer hogareña, la vida había pasado dando atención especial a Beatriz su única hija del matrimonio.<br />
<br />
Beatriz era una hermosa chiquilla de piel blanca, ligeramente tostada por el sol de la sierra , cabello rubio y largo, ojos azules, boca pequeña con labios finos y rojos, robusta y de estatura alta bien proporcionada. Como era la única hija de la familia y los padres tenían suficientes recursos para hacerlo, Pensaron en darle una buena educación. Movidos por esa decisión, la familia se trasladó a la ciudad de Durango, estableciéndose en una casa de la calle del pendiente que estaba muy cerca del templo de catedral donde había de inmortalizarse para siempre Beatriz, en la leyenda de la monja de la catedral de Durango.<br />
<br />
<a name='more'></a><br /><br />
Era la década de los años cincuentas del siglo XIX cuando la chica determinó ingresar a un convento de religiosas. Sus padres aprobaron de inmediato la idea, considerando que preferían verla casada con cristo que con un mortal cualquiera.<br />
<br />
Beatriz se fue al convento, su padre, además de pagar una fuerte cantidad de dinero por la dote correspondiente, su fortuna la donó al monasterio donde había ingresado su hija.<br />
<br />
Eran aquellos años turbulentos de las luchas entre liberales y conservadores, juárez en desesperado esfuerzo por liberar a su pueblo de la opresión de conciencias, promulgo las<br />
<br />
Leyes de Reforma y se reformo la Constitución. El clero al sentir sus intereses afectados; cerró algunos conventos e instituciones de carácter religioso, entre ellos el convento en que se encontraba Beatriz. La monja regresó a su casa encontrándose con la desagradable sorpresa de que su madre había muerto y su padre se encontraba muy enfermo.<br />
<br />
A Beatriz al retirarla no le regresaron ni la dote, ni la fortuna que su padre había donado cuando ingreso. Las reservas económicas de la familia se habían agotado y la situación era difícil. El tiempo pasaba y no había dinero no dónde conseguirlo, las fuentes de trabajo estaban cerradas, acababa de pasar la Guerra de Reforma y ya se estaba en plena Intervención Francesa.<br />
<br />
El viejo murió y tuvo que hipotecar la casa para enterrarlo poniendo en riesgo su único patrimonio donde podría vivir mientras se abría el convento.<br />
<br />
Beatriz se quedó envuelta en terrible soledad, protegida por su fe y sostenida con la esperanza de volver pronto a su vida monacal. En su casa toda su ocupación consistía en salir en la mañana a misa, en la tarde al rosario a la iglesia más cercana que era la catedral. Durante el día aseaba la casa y entre rezo y rezo atendía su industria artesanal hogareña que consistía en tejer y bordar paños para la iglesia, actividad por la que el cura le obsequiaba unas cuantas monedas y le daba apretón de manos.<br />
<br />
Mientras la vida de esta mujer se deslizaba en perzosa rutina, las tropas francesas,<br />
mandadas por el general L'Heriller entraban en Durango sin resistencia, siendo objeto de caluroso recibimiento por la burguesía y el clero.se recibió a los franceses con la lluvia de flores, los intelectuales les compusieron versos, el comercio les ofrecía banquetes, el clero misa y Te-Deum; y la sociedad aristócrata les brindó su casa a los jefes y oficiales imperialistas extranjeros; quienes en su mayoría eran jóvenes apuestos y sobre todo, con monedas de oro en los bolsillos, sustraídas de la exigua hacienda mexicana. estos cortejaban a las damas duranguenses, ellas en correspondencia se dejaban querer.<br />
<br />
A los varones , principalmente Jóvenes de la ciudad, nuca les agrado lo que veían. Odiaban a los franses por ser invasores. si la ciudad no había puesto resistencia a su llegada no fue por falta de valor y conciencia nacional de los hombres del pueblo, sino por falta de recursos para organizar las defensa, por una parte; por la otra, el hecho de ser franceses, los hizo sentirse facultados para atropellar a los civiles y disfrutar de las mujeres que les agradaba. Este odio daba a los mexicanos razón para asesinar a un francés cuando se presentaba la oportunidad.<br />
<br />
Así sucedió que una noche oscura y lluviosa del mes de agosto de 1866 se encontraban en una calle un joven mexicano que trataba de encontrarse con su novia y un joven oficial francés de nombre Fernando que intentaba cortejar a la misma dama. No hubo diálogo entre ellos, el duranguense, con puñal en mano se lanzó contra el intruso; la asesto dos o tres puñaladas, Fernando al sentirse herido huyó. El mexicano con la intención de aniquilarlo trató de alcansarlo, pero tropezó y cayó al piso, el escurridizo militar dio vuelta en la esquina y avanzó en su huida. Consciente el extranjero de que si lo alcanzaba su rival no lo dejaba vivo, tocó en la primera puerta que encontró; era la casa de Beatriz. La muchacha al oír los toques fuertes y desesperados intuyó que su auxilio era de vida o muerte. Abrió la puerta, el francés mal herido entro y cayó sangrante y desmayado en el suelo. La monja cerró violentamente y se quedo perpleja; no pensó ni hablo nada, durante unos minutos se quedo parada, contemplando al moribundo sin hallar qué hacer.<br />
<br />
Por fin se le pasó el susto, le limpió la sangre de la cabeza al herido y le aplicó unos lienzos de agua fría que lo hicieron volver en sí. Cuando se paró a ella le cautivo por lo arrogante, a él ella le cautivó por lo bella y delicada. Luego que el militar tomo unos sorbos de agua fresca, Beatriz abrió la puerta del zaguán y le pidió que abandonara la casa de inmediato. Fernando le suplicó que le permitiera pasar la noche allí para salvar su vida, la monja se asusto y le negó el refugio. El francés ante la ante la alternativa de la vida y la muerte, cerró la puerta con brusquedad y sacando un corto espadín que no pudo utilizar en el encuentro fatal, se lo puso en el pecho diciéndole: -si haces escandalo ¡te mato! la monja prefirió callar y esperar el resultado de las cosas. Después de un buen rato de silencio entre los dos, él le platicó todo y le imploró su ayuda; le entrego un buen puño de monedas de oro, que indublemente contribuyeron al convencimiento de la monja. por fin, Fernando se quedó escondido en casa de Beatriz. Ella lo curó y lo atendió con esmero. Los dos eran jóvenes, más o menos de la misma edad, bien parecidos . Se enamoraron profundamente uno del otro y sintiendo Beatriz que había encontrado al hombre de su vida, se entregó en cuerpo y alma a él; los dos vivieron momentos de gran felicidad. En ese mundo secreto de feliz compañía al militar perdió el pulso de devenir de la política de México porque no salía de la casa, ni conversaba con nadie. Ella que era la que se comunicaba con el exterior, no entendía de esas cosas ni recibía información porque su circulo de relaciones era ajeno a la vida familiar y política del Estado.<br />
<br />
Las cosas cambiaron, ordenaron el retiro de las fuerzas francesas del suelo mexicano; el ejercito francés sin saberlo Fernando, abandonó la ciudad la ciudad de Durango y se se aprestaba el ejercito liberal a la ocupación de la plaza. Al conocer esto el general del relato, intuyó que sus días estaban contados, advirtió que no podía estar oculto toda la vida; tarde o temprano sería descubierto y terminaria en el paredón. Era urgente salir de Durango, tenía que dejar a Beatriz; se revistió de valor y dio a conocer la decisión de su amada. Beatriz se resistió al principio, el la convenció ofreciéndole volver pronto, tan luego como las cosas cambiaran. Ya no había franceses en la ciudad de Durango, sólo Fernando porque estaba escondido. La monja le consiguió un caballo ensillado, le presto batimiento y una noche del mes de noviembre de 1866, el oficial francés salió sigilosamente de la ciudad; Beatriz lo encamino hasta la salida donde terminaba el barrio de Analco, camino al pueblo de Mazatlán. La despedida fue dolorosa como son todas las despedidas de dos seres que se quieren. Las lágrimas de la pareja, humedecieron aquella noche de noviembre, se apretaron fuertemente en un abrazo desesperado, se dieron un beso prolongado; ella se quito una medalla de oro que llevaba en su pecho y colgándosela a el dijo: 'para que te cuide'. Fernando montó su corcel y se perdió en la lejanía y el silencio de la noche.<br />
<br />
La noche estaba estrellada como son las noches duranguenses en esa época del año; hacia frío, en el ambiente olía a pasto seco, había silencio, en la lejanía de escuchaba el canto de los gallos y las campanas del reloj de la catedral sonaban las tres de las mañana. Beatriz levanto los ojos al cielo, oro en silencio y con voz casi apagada decía: -'Tienes que volver señor tu me lo vas a traer'; mientras que con paso lento atravesaba las calles de Analco y Tierra Blanca y se dirigía a su casa.<br />
<br />
Por otra parte, Fernando no conocía el camino que lo podría conducir al puerto de Mazatlán, para unirse con sus compañeros y después, ya con otro carácter volvería a buscar a Beatriz. Los conocimientos que tenía del Estado de Durango y sus comunicasiones eran mínimos, solamente los que sus superiores le habían transmitido con motivo de las operaciones de la guerra. Cuando se alejó de su amada y se sintió solo ante aquel espléndido panorama nocturno, contemplo las estrellas y lloró a torrentes. se sintió el hombre mas desgraciado de la tierra, sin patria, sin familia, sin dinero, sin conocimiento del terreno, sin compañeros y con el tremendo estigma de llevar el uniforme de un ejército invasor que se batía en retirada.<br />
<br />
Sintió que su vida estaba contada en horas y se arrepintió terriblemente de no haberse quedado con Beatriz a vivir en un encierro sin limites. Hasta ese momento se puso a considerar los riesgos que representaban aquel viaje, que comparados con los riesgos que le traía vivir al lado de su amada, optó por su regreso. Miro el horizonte y el crepúsculo rosado del amanecer anunciaba el advenimiento de un nuevo día. La fuerza del amor había triunfado, pensó en el gozo que le iba a dar a Beatriz al verlo esa misma mañana.<br />
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Así torció la rienda a su caballo para emprender el camino de regreso, en el preciso momento en que la avanzada de una guerrilla juarista que tenia su cuartel en la vieja hacienda de Tapias muy cerca de la capital de la entidad le marcaba 'el quién vive'. Fernando al conocer de los riesgos de la guerra y sabedor de la política del presidente Juárez, ni siquiera pensó su decisión. Le prendió las espuelas al caballo, le dio un cartazo de energía y salió disparado como un rayo por donde había. No avanzó mucho, una carga de fucilería rompió el silencio de aquella madrugada y el cuerpo de Fernando rodó sin vida por el suelo. El caballo se fue con todo y silla, uno de los guerrilleros lo alcanzó y en su veloz carrera con su reata de lazar le echó un cuello, enredó cabeza de silla y lo detuvo, trayéndolo ante el jefe de la guerrilla.<br />
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Después de revisarlo de todo a todo y registrar los bolsillos del muerto, tratando de encontrar algún mensaje secreto, no encontraron identificasión alguna, en un morral de cuero sólo había un guaje con agua, unas gordas que en su interior contenían frijoles molidos enchilados, un poco de pinole y unos panecillos de harina de trigo, estaban envueltos en una servilleta bordada con hilaza de colores adornada con un deshilado y unas puntas de tejido a mano. Aquel soldado no traía nada de importancia, ni siquiera fusil, solo colgaba de su pecho una pequeña medalla de oro con la imagen de la purísima concepción y un nombre grabado por el dorso que decía: Beatriz.<br />
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Atravesaron el cuerpo de aquel hombre sobre la silla del caballo en que vanía montado y se lo llevaron estirando hasta la hacienda. Extendieron al difunto sobre el piso del portal de la casa grande donde vivía don Antonio, el jefe de la Guerrilla. El sol salía en las colinas de enfrente, un viento helado soplaba del norte; la noticia de la muerte se extendió como reguero de pólvora, la casa se llenó de mirones; una vieja observadora dijo después de examinarlo: -miren y tenía barba partida. -Era muy joven. Otra agregó: -era muy alto. Allí permaneció el cadáver tirado, no le pusieron velas ni nadie lo lloraba, a la altura del medio día, se le dio cristiana sepultura. Al cementerio lo llevaron atravesado en su caballo y al sepelio solamente asistieron dos personas soldados de la guerrilla, uno llevaba un talacho y una pala sobre su hombro. El otro cabestreaba el caballo que servía de ataúd y de carroza fúnebre. Al llegar al panteón cavaron una fosa y allí arrojaron el cadáver de Fernando como cayó.<br />
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Así terminaba la ilusión de riqueza y poder de un soldado extranjero que cuando salió de Francia pensó en conquistar lauros, honores, grados y riqueza en la guerra con México, porque le habían metido en la cabeza que la conquista de aquel país era cosa fácil.<br />
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Así terminaba el amor de Beatriz, el hombre de su sueño y de su vida que la había hecho tan feliz un corto tiempo.<br />
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Beatriz no supo nada de esto, tal vez si lo sabe se muere de angustia o se clava un puñal en el corazón. Ella vivía porque era de Fernando y se conservaba para el; consideraba que el regreso de su amado era cuestión de días, o cuando mucho de meses. En su casa, volvió a la vida de soledad y rutina; ir a misa en la mañana, al rosario en la tarde y bordar y tejes para confeccionar los paños sagrados de la iglesia. No dormía, gran parte de la noche se la pasaba en vela, orando de rodillas frente al retrato antropomorfo del trazador de destinos humanos.<br />
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En el convento había aprendido que la fe debe ser siempre constante, que hay que sufrir para merecer, y que un milagro no se realiza nada más porque se pide; para que se realize hay que atravesar la barrera del infinito y llegar a Dios y se llega a el solamente a él solamente cuando se habla con el corazón. Por todo esto, ella esperaba el milagro a largo plazo y aún así, hacia lo imposible por merecerlo. siempre tenia de día y de noche una lampara de aceite encendida a la imagen de su devoción.<br />
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La Castigaba saber que ya era madre, que en su vientre latía una vida, producto de su amor con Fernando; que la hipoteca de su casa, que había hecho cuando tuvo que enterrar a su padre estaba por vencerse y no tenía dinero; qué diría el Sr.Cura si se enteraba de su pecado ; qué dónde iba a vivir si le quitaban la casa, que si nacía su hijo sin padre, a él y a ella la sociedad y la religión los iba a condenar; que si Fernando no venía ella se moría de pena. Esas y otras muchas reflexiones hacía Beatriz, todos los días y todas las noches; al fin, el desgaste de energía por el llanto y la preocupación, eran más grandes que el insomnio y terminaba por dormirse.<br />
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Las campanas de misa de cinco la despertaban, y empesaba a pensar en Fernando Y en su situación para concluir con la espera de un milagro, que era lo único que la podía salvar.<br />
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Así pasó un mes y así pasaron tres meses sin tener noticias de su amado, la confortaba la idea de que él no le escribía porque estaba próximo a su regreso; el milagro estaba por realizarse de un momento a otro, en una noche de luna llegaría el oficial francés por el occidente. Tanto era su deseo regreso de Fernando se convirtió en obsesión y todos los días de plenilunio, cuando Beatriz iba al rosario de la tarde, se escondía tras un confesionario de la catedral, para luego que cerraban la puerta, subiría por la escalera de caracol al campanario; porque lo alto de la torre le permitia una mayor visivilidad al horizonte, para poder ver el occidente por donde tenía que aparecer su amado. Todos los días, todas las tardes y todas las noches, Beatriz trepaba a lo alto de la torre izquierda de la catedral, a hurgar en el horizonte esperando el retorno de Fernando; por fin cuando el niño de Beatriz estaba por nacer, una mañana del mes de abril, a las primeras luces del alba, cuando el sacristán del templo abría la puerta mayor de la iglesia, vio tirado sobre el atrio enlozado de la catedral, el cuerpo de una mujer que con los brazos abiertos sobre el suelo, yacía muerta, estampada en el piso al desplomarse de lo alto de la torre de donde contemplaba el horizonte.<br />
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Nunca se supo si fue suicidio por la desesperación y el desengaño porque el milagro no se realizó, porque la plegaria de aquella noche de noviembre se perdió en el infinito del cielo estrellado y no llegó a su destino, porque los ruegos los ruegos y las oraciones de todos los días, no fueron escuchados en represalia porque la monja rompió el voto de castidad. No se supo tampoco si fue un accidente producto del agotamiento y el desvelo el que ocasionó la caída. La realidad, que Beatriz murió<br />
por la caída de más de treinta metros de altura, cuando a su hijo le faltaban unos días para nacer y que desde entonces, todas las noches del plenilunio se ve la silueta de una monja vestida de blanco que en la campanario de la torre izquierda de la catedral de Durango, de rodillas contempla el occidente implorando por el retorno de su amado.Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/15440990852285944746noreply@blogger.com0Constitución 212, Zona Centro, 34000 Durango, DGO, México24.024784676329194 -104.6704924106597924.024331676329194 -104.6711094106598 24.025237676329194 -104.66987541065978